Los fanatismos religiosos, como lo es el yihadismo, han enseñado el rostro más cruel de la religión musulmana. En Occidente, el mundo del islam es visto con desconfianza y prejuicios, construidos gracias a los actos de un pequeño grupo que derrama sangre en el nombre de Dios. Pero basta pasearse por Estambul, entre sus mezquitas, para descubrir todas las riquezas y cariño que ofrece esta religión. |
Las voces retumban entre las paredes de la ciudad, llenando hasta los rincones más oscuros. Son cantos que transportan a mundos perdidos, olvidados por occidente. Son los rezos que dan comienzo al día en la ciudad de Estambul. Rezos que cada mezquita transmite por altoparlantes y que hacen sentir al visitante lejos de casa, pero invitado a descubrir las bondades del islam.
Es que así es la ciudad, un mundo aparte que ha sido testigo de grandes choques culturales a lo largo de su historia y que hoy gira en torno a la religión musulmana. Es una ciudad caótica, desordenada, pero que atrae y encanta por eso, como si un reloj suizo no pudiese funcionar con sus piezas ordenadas y fuese más preciso con un revoltijo de tornillos y ruedecillas. Es a través de sus costumbres y la fe de su gente que se muestra la verdadera belleza de Estambul.
Es que así es la ciudad, un mundo aparte que ha sido testigo de grandes choques culturales a lo largo de su historia y que hoy gira en torno a la religión musulmana. Es una ciudad caótica, desordenada, pero que atrae y encanta por eso, como si un reloj suizo no pudiese funcionar con sus piezas ordenadas y fuese más preciso con un revoltijo de tornillos y ruedecillas. Es a través de sus costumbres y la fe de su gente que se muestra la verdadera belleza de Estambul.
Una ciudad musulmana
Desde el arribo al aeropuerto internacional de Estambul, el visitante se siente ingresando a un mundo aparte, desalineado y separado de Occidente. Lo primero que salta a la vista son las mujeres, vestidas en su mayoría con ropas que cubren todo el cuerpo y solo dejan a la vista su rostro. También abundan las que llevan el famoso burka, con los que a veces incluso es imposible ver siquiera los ojos. Así mismo, desata la curiosidad que carteles indiquen la dirección de una mezquita que se ubica en las mismas instalaciones del aeropuerto. Es un espacio que no supera los 50 metros cuadrados, pero en el cual los viajeros musulmanes se amontonan para rezar antes de sus viajes, siempre en dirección a La Meca.
En Turquía habitan hoy aproximadamente 75 millones de personas. Si bien se trata de un estado que constitucionalmente es laico, el 96% de su población declara profesar la religión musulmana. El porcentaje restante se divide entre cristianos y judíos. Esta mayoría se ve también en Estambul, que pese a no ser la capital (es Ankara), es la ciudad más poblada con catorce millones de habitantes.
A lo largo de su historia, Estambul ha sido la capital de distintos imperios. Primero fue el centro del Imperio Romano, luego del Imperio Romano de Oriente y finalmente la capital del Imperio Otomano. Esto habla del choque cultural del que ha sido testigo la ciudad de Estambul, entregando una riqueza cultural y religiosa única que hoy se ve con las maravillas que puede ofrecer el mundo del islam.
Desde el arribo al aeropuerto internacional de Estambul, el visitante se siente ingresando a un mundo aparte, desalineado y separado de Occidente. Lo primero que salta a la vista son las mujeres, vestidas en su mayoría con ropas que cubren todo el cuerpo y solo dejan a la vista su rostro. También abundan las que llevan el famoso burka, con los que a veces incluso es imposible ver siquiera los ojos. Así mismo, desata la curiosidad que carteles indiquen la dirección de una mezquita que se ubica en las mismas instalaciones del aeropuerto. Es un espacio que no supera los 50 metros cuadrados, pero en el cual los viajeros musulmanes se amontonan para rezar antes de sus viajes, siempre en dirección a La Meca.
En Turquía habitan hoy aproximadamente 75 millones de personas. Si bien se trata de un estado que constitucionalmente es laico, el 96% de su población declara profesar la religión musulmana. El porcentaje restante se divide entre cristianos y judíos. Esta mayoría se ve también en Estambul, que pese a no ser la capital (es Ankara), es la ciudad más poblada con catorce millones de habitantes.
A lo largo de su historia, Estambul ha sido la capital de distintos imperios. Primero fue el centro del Imperio Romano, luego del Imperio Romano de Oriente y finalmente la capital del Imperio Otomano. Esto habla del choque cultural del que ha sido testigo la ciudad de Estambul, entregando una riqueza cultural y religiosa única que hoy se ve con las maravillas que puede ofrecer el mundo del islam.
Un lugar de encuentro
Recorrer la ciudad significa encontrarse una y otra vez con mezquitas. Estos templos decoran las mejores postales de Estambul y muestran la cara más grandiosa del islam. Si bien se habla de miles de mezquitas, incluso de que hay una por cada calle, las que destacan son las más grandes e imponentes y que son puntos de referencia de la ciudad.
Las mezquitas son los lugares de oración para los musulmanes. De acuerdo a su religión, deben rezar por lo menos cinco veces al día en dirección a La Meca. No están obligados a hacerlo en los templos, pero se les recomienda sobre todo los dias viernes. Dado el alto interés turístico de estos lugares, hoy existen dos entradas en los edificios: una para visitantes y otra para quienes vienen a rezar. Antes de ingresar todos deben sacarse los zapatos y las mujeres deben cubrirse la cabeza.
Bajo sus cúpulas y sus techos infinitos, decorados de un torbellino de colores rojos, azules y dorados, los fieles oran arrodillandose, levantándose y luego depositando su frente contra la alfombra. Separados por una barrera de madera están los turistas que se pasean con los cuellos torcidos para poder admirar los hermosos cielos que se les ofrecen. Detrás del espacio para curiosos, está un pequeño lugar destinado a las mujeres que vienen a rezar, aisladas por un muro delgado de madera.
Recorrer la ciudad significa encontrarse una y otra vez con mezquitas. Estos templos decoran las mejores postales de Estambul y muestran la cara más grandiosa del islam. Si bien se habla de miles de mezquitas, incluso de que hay una por cada calle, las que destacan son las más grandes e imponentes y que son puntos de referencia de la ciudad.
Las mezquitas son los lugares de oración para los musulmanes. De acuerdo a su religión, deben rezar por lo menos cinco veces al día en dirección a La Meca. No están obligados a hacerlo en los templos, pero se les recomienda sobre todo los dias viernes. Dado el alto interés turístico de estos lugares, hoy existen dos entradas en los edificios: una para visitantes y otra para quienes vienen a rezar. Antes de ingresar todos deben sacarse los zapatos y las mujeres deben cubrirse la cabeza.
Bajo sus cúpulas y sus techos infinitos, decorados de un torbellino de colores rojos, azules y dorados, los fieles oran arrodillandose, levantándose y luego depositando su frente contra la alfombra. Separados por una barrera de madera están los turistas que se pasean con los cuellos torcidos para poder admirar los hermosos cielos que se les ofrecen. Detrás del espacio para curiosos, está un pequeño lugar destinado a las mujeres que vienen a rezar, aisladas por un muro delgado de madera.
Pero las mezquitas también invitan a los viajeros a conocer y entender el mundo del islam. Tienen la vocación de mostrar la religión musulmana a todo quien este interesado. “Nuestra misión es que las personas comprendan que el islam no es sangre y terrorismo: nuestra misión es transmitir que el islam es amor, comprensión y tolerancia”, cuenta Feriha, una chica de 29 años que durante su tiempo libre trabaja en la Nueva Mezquita, hablando sobre el islam a quienes estén interesados en saber más sobre esta fe.
Para los musulmanes, todas las religiones actuales como el judaísmo y el cristianismo creen en el mismo dios. La diferencia entre estas sería que cada una siguió a un profeta distinto. A diferencia del cristianismo que cree que Jesús es hijo de Dios, para los musulmanes Mahoma es un profeta destinado a divulgar la palabra de Alá. “Nosotros respetamos a todas las religiones, les debemos tolerancia, al fin y al cabo tenemos el mismo dios. Debemos aceptar y admirar las distintas formas de manifestar ese amor a Dios”, dice Feriha.
Para los musulmanes, todas las religiones actuales como el judaísmo y el cristianismo creen en el mismo dios. La diferencia entre estas sería que cada una siguió a un profeta distinto. A diferencia del cristianismo que cree que Jesús es hijo de Dios, para los musulmanes Mahoma es un profeta destinado a divulgar la palabra de Alá. “Nosotros respetamos a todas las religiones, les debemos tolerancia, al fin y al cabo tenemos el mismo dios. Debemos aceptar y admirar las distintas formas de manifestar ese amor a Dios”, dice Feriha.
Del amor y el respeto
Uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y de los templos más grandes es la Mezquita Azul. El nombre se debe a que su fachada es de un color gris azulado, construída a principios del siglo XVII. Dentro de ella, los techos dorados dominan los salones que pueden albergar hasta diez mil fieles. Está resguardada por seis torres o minaretes de 64 metros de altura y de los cuales emergen los cantos y rezos.
Dentro de la mezquita también hay una oficina que invita a informarse sobre el islam. Es un pequeño espacio rectangular, con un escritorio, montones de folletos y algunas sillas. En la puerta dice “Amor a dios y respeto a todos”. Ahí trabaja Vahid, de 44 años y que recibe siempre con una sonrisa a quienes entran en busca de información.
Para él, lo más importante que hay que saber de la religión musulmana es del amor que se entrega a los otras personas y el respeto que estas se merecen. “Toda persona es una creación divina, sin importar su raza y religión, y como creación de Dios es nuestro deber amarlas y respetarlas”, asegura Vahid que desde hace 16 años se ha especializado en el estudio del islam.
“No comprendo los fanatismos, no estoy de acuerdo en guerras que se justifican en Dios. Dios es amor y nunca querría ver sangre derramada en su nombre. Los fanatismos se alejan de lo que el islam profesa y es una lastima porque se crean prejuicios o malentendidos respecto a nuestra religión”, comenta Vahid cuando se le pregunta acerca del yihadismo y otros extremos religiosos.
Uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y de los templos más grandes es la Mezquita Azul. El nombre se debe a que su fachada es de un color gris azulado, construída a principios del siglo XVII. Dentro de ella, los techos dorados dominan los salones que pueden albergar hasta diez mil fieles. Está resguardada por seis torres o minaretes de 64 metros de altura y de los cuales emergen los cantos y rezos.
Dentro de la mezquita también hay una oficina que invita a informarse sobre el islam. Es un pequeño espacio rectangular, con un escritorio, montones de folletos y algunas sillas. En la puerta dice “Amor a dios y respeto a todos”. Ahí trabaja Vahid, de 44 años y que recibe siempre con una sonrisa a quienes entran en busca de información.
Para él, lo más importante que hay que saber de la religión musulmana es del amor que se entrega a los otras personas y el respeto que estas se merecen. “Toda persona es una creación divina, sin importar su raza y religión, y como creación de Dios es nuestro deber amarlas y respetarlas”, asegura Vahid que desde hace 16 años se ha especializado en el estudio del islam.
“No comprendo los fanatismos, no estoy de acuerdo en guerras que se justifican en Dios. Dios es amor y nunca querría ver sangre derramada en su nombre. Los fanatismos se alejan de lo que el islam profesa y es una lastima porque se crean prejuicios o malentendidos respecto a nuestra religión”, comenta Vahid cuando se le pregunta acerca del yihadismo y otros extremos religiosos.
Una vida dedicada a Dios
Podría pensarse que los rezos que se escuchan por los altavoces de las mezquitas son grabaciones, pero lo cierto es que es la voz de un Imán que realiza las oraciones dentro de los templos y su voz se riega por las calles de Estambul. Cada mezquita tiene uno, pero hay que destacar que el Imán no es el equivalente a un sacerdote, si no que es el encargado de guiar las oraciones.
La mezquita de Suleyman se ubica en la colina más alta de Estambul, por lo que es visible desde gran parte de la ciudad. El nombre se debe al sultán cuya tumba se encuentra a un costado del templo el que fue construido a mitad del siglo XVI. Semih es el Imán del lugar, llega siempre a las horas de las oraciones, se sienta orientado siempre hacia La Meca y con lo fieles a su espalda, cierra los ojos y comienzan sus cantos.
“No me considero especial, ni tampoco con autoridad por sobre nadie, pero me siento orgulloso de guiar las oraciones con mi voz”, señala Semih. Según relata, siempre le llamaron la atención los cantos y oraciones: “Para muchos la oración se vuelve una costumbre, un hábito, pero realmente son momentos de nuestros días que nos acordamos y nos acercamos a Dios”.
Podría pensarse que los rezos que se escuchan por los altavoces de las mezquitas son grabaciones, pero lo cierto es que es la voz de un Imán que realiza las oraciones dentro de los templos y su voz se riega por las calles de Estambul. Cada mezquita tiene uno, pero hay que destacar que el Imán no es el equivalente a un sacerdote, si no que es el encargado de guiar las oraciones.
La mezquita de Suleyman se ubica en la colina más alta de Estambul, por lo que es visible desde gran parte de la ciudad. El nombre se debe al sultán cuya tumba se encuentra a un costado del templo el que fue construido a mitad del siglo XVI. Semih es el Imán del lugar, llega siempre a las horas de las oraciones, se sienta orientado siempre hacia La Meca y con lo fieles a su espalda, cierra los ojos y comienzan sus cantos.
“No me considero especial, ni tampoco con autoridad por sobre nadie, pero me siento orgulloso de guiar las oraciones con mi voz”, señala Semih. Según relata, siempre le llamaron la atención los cantos y oraciones: “Para muchos la oración se vuelve una costumbre, un hábito, pero realmente son momentos de nuestros días que nos acordamos y nos acercamos a Dios”.
Desde sus 27 años que se dedica a guiar las oraciones, primero comenzó en una pequeña mezquita cercana a su hogar y hoy con 49 años, lo hace en una de las mezquitas más importantes de Estambul. “Me gusta que venga gente a nuestras mezquitas, es una manera de que vean que el islam no son tipos degollando a personas, aquí el turista puede encontrar la cara más amable. Puede aprender sobre nuestra religión y dejar maravillarse por la cultura”, asegura Semih.
Para este Imán, es un orgullo que la gente se sienta atraída hacia las mezquitas y que con su voz pueda acercar a Dios a quienes visitan la ciudad. Finalmente la noche cae en Estambul, el sol regala sus últimos colores anaranjados que iluminan las cúpulas y minaretes de la ciudad. De fondo, una vez más, las melodías de Semih suenan en la ciudad, una oración que no se repetirá hasta el amanecer.
Para este Imán, es un orgullo que la gente se sienta atraída hacia las mezquitas y que con su voz pueda acercar a Dios a quienes visitan la ciudad. Finalmente la noche cae en Estambul, el sol regala sus últimos colores anaranjados que iluminan las cúpulas y minaretes de la ciudad. De fondo, una vez más, las melodías de Semih suenan en la ciudad, una oración que no se repetirá hasta el amanecer.
Sitios Imperdibles
Iglesia de Santa Sofía: Hoy convertida en museo y construida en el siglo VI. Fue tanto un templo ortodoxo griego, católico y musulmán. Aún se pueden ver los vestigios de cada religión.
Mezquita Azul: Se ubica al frente de Santa Sofía, destaca por su gran tamaño, sus cúpulas y el decorado interior. Fue construida a principios del siglo XVII.
Cisterna Basílica: Utilizada para almacenar agua para casos de emergencia en la ciudad de Estambul. Es una edificación subterránea, conformada por 336 columnas que datan del año 532.
Gran Bazar: Un lugar especial en donde podrá encontrar todo tipo de mercancías, desde artículos típicos turcos hasta la ropa de marca (no siempre original). Se recomienda negociar todos los precios.
Paseo por el Bósforo: Desde los distintos puertos de la ciudad se pueden tomar recorridos en barco por las orillas del Bósforo. Dura cerca de dos horas.
Iglesia de Santa Sofía: Hoy convertida en museo y construida en el siglo VI. Fue tanto un templo ortodoxo griego, católico y musulmán. Aún se pueden ver los vestigios de cada religión.
Mezquita Azul: Se ubica al frente de Santa Sofía, destaca por su gran tamaño, sus cúpulas y el decorado interior. Fue construida a principios del siglo XVII.
Cisterna Basílica: Utilizada para almacenar agua para casos de emergencia en la ciudad de Estambul. Es una edificación subterránea, conformada por 336 columnas que datan del año 532.
Gran Bazar: Un lugar especial en donde podrá encontrar todo tipo de mercancías, desde artículos típicos turcos hasta la ropa de marca (no siempre original). Se recomienda negociar todos los precios.
Paseo por el Bósforo: Desde los distintos puertos de la ciudad se pueden tomar recorridos en barco por las orillas del Bósforo. Dura cerca de dos horas.