La selección chilena de fútbol enfrentó a Brasil en Londres el pasado 29 de marzo. Hinchas del país sudamericano, venidos de diferentes partes del mundo pero principalmente de Europa, se hicieron presentes. Emocionados disfrutaron de lo que es tener un poco de su país, a pesar de la distancia.
Patricio dice que no recuerda la razón por la que dejó Santiago, capital de Chile. Sí sabe que fue hace 34 años, cuando el país latino se encontraba bajo la dictadura militar de Pinochet. Tiene el pelo blanco y profundas arrugas en su rostro que revelan sus casi 70 años. Luce una camiseta blanca de Chile y bebe un vaso de cerveza. Si bien vive en Noruega desde que dejó su país, hoy está en el Emirates Stadium, en Londres, para disfrutar del partido entre Chile y Brasil o como dice él: “sentirme más cerca de mi país”.
Patricio dice que no recuerda la razón por la que dejó Santiago, capital de Chile. Sí sabe que fue hace 34 años, cuando el país latino se encontraba bajo la dictadura militar de Pinochet. Tiene el pelo blanco y profundas arrugas en su rostro que revelan sus casi 70 años. Luce una camiseta blanca de Chile y bebe un vaso de cerveza. Si bien vive en Noruega desde que dejó su país, hoy está en el Emirates Stadium, en Londres, para disfrutar del partido entre Chile y Brasil o como dice él: “sentirme más cerca de mi país”.
Entran los equipos al terreno de juego y los fanáticos chilenos, que se encuentran desperdigados en distintas zonas del estadio, aplauden a rabiar. De pie entonan el himno nacional, que retumba en todos los rincones.Muchos hinchas están al borde las lágrimas y lo que parece un canto son más bien gritos que terminarán por dejar ronca sus voces. Todo concluye con un “¡vamos Chile mierda!” y más aplausos. Un par de ingleses observaban a tres jóvenes que al terminar el himno rompieron en llanto, asombrados parecían no entender porque tanta emoción. “Solo es un partido amistoso”, comentaron.
Y es que el fútbol hace mucho tiempo que dejó de ser sólo fútbol. Demás está decir todo lo que provoca este deporte en la gente. El escritor uruguayo Eduardo Galeano decía sobre el fútbol y sus hinchas: "El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua". Y es que tenía razón, lo que provoca este simple deporte en donde 22 hombres corren detrás de un balón es inexplicable.
Patricio acaba su cerveza y presenta a su hijo: cerca de un metro y ochenta, cabello rubio y cuidadosamente ordenado. Apenas lo escucha hablando ingles lo interrumpe : “¡Habla español que eres chileno!”. Su único hijo sonríe y explica que su padre lo ha llevado a todos los partidos que la selección chilena ha jugado en territorio europeo. Asegura que aunque Patricio no quiera admitirlo, él siempre extrañará su tierra natal, que de una u otra forma necesita acercarse a ese país que lo vio nacer. También cuenta que pese a que no conoce el país sudamericano, su padre le ha enseñado muchas cosas de él. “Me siento chileno y por eso me gusta alentar a la selección cada vez que juegan en Europa”, señala el hijo de Patricio.
Terminó el partido, Brasil ganó uno a cero. Pero para los hinchas nada de eso importa, lo realmente memorable es haber estado cerca de la patria, aunque sea de una forma tan efímera. “El fútbol me hace sentir en casa, el fútbol me recuerda a mi padre, a mi madre a toda mi familia, ver a 11 tipos con la polera de la selección chilena es sentirme por una hora y media en mi país”, dice convencido Patricio, antes de irse del estadio para emprender la vuelta a Oslo. Asegura, eso sí, que esperará con ansias la próxima vez para ver a su selección nacional.
Y es que el fútbol hace mucho tiempo que dejó de ser sólo fútbol. Demás está decir todo lo que provoca este deporte en la gente. El escritor uruguayo Eduardo Galeano decía sobre el fútbol y sus hinchas: "El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua". Y es que tenía razón, lo que provoca este simple deporte en donde 22 hombres corren detrás de un balón es inexplicable.
Patricio acaba su cerveza y presenta a su hijo: cerca de un metro y ochenta, cabello rubio y cuidadosamente ordenado. Apenas lo escucha hablando ingles lo interrumpe : “¡Habla español que eres chileno!”. Su único hijo sonríe y explica que su padre lo ha llevado a todos los partidos que la selección chilena ha jugado en territorio europeo. Asegura que aunque Patricio no quiera admitirlo, él siempre extrañará su tierra natal, que de una u otra forma necesita acercarse a ese país que lo vio nacer. También cuenta que pese a que no conoce el país sudamericano, su padre le ha enseñado muchas cosas de él. “Me siento chileno y por eso me gusta alentar a la selección cada vez que juegan en Europa”, señala el hijo de Patricio.
Terminó el partido, Brasil ganó uno a cero. Pero para los hinchas nada de eso importa, lo realmente memorable es haber estado cerca de la patria, aunque sea de una forma tan efímera. “El fútbol me hace sentir en casa, el fútbol me recuerda a mi padre, a mi madre a toda mi familia, ver a 11 tipos con la polera de la selección chilena es sentirme por una hora y media en mi país”, dice convencido Patricio, antes de irse del estadio para emprender la vuelta a Oslo. Asegura, eso sí, que esperará con ansias la próxima vez para ver a su selección nacional.