¡Hola a todos! Soy Carme y hoy os quiero invitar a un viaje por el corazón del barrio en el cual crecí y he vivido toda mi vida: Villa de Gràcia. Es una travesía por callejones, plazas y rincones que hablan de un lugar alegre y en donde todos los vecinos compartimos.
Lo que más me gusta de aquí es la vida de barrio, ya que su esencia no está en los edificios, monumentos o calles, sino en su gente. Para demostrar esto os invito a un recorrido por esos lugares y espacios que hemos hecho nuestros y en donde se respira el espíritu y orgullo gracienc.
Para comenzar esta semana os voy a mostrar las que para mi son las cinco plazas más queridas del barrio.
Lo que más me gusta de aquí es la vida de barrio, ya que su esencia no está en los edificios, monumentos o calles, sino en su gente. Para demostrar esto os invito a un recorrido por esos lugares y espacios que hemos hecho nuestros y en donde se respira el espíritu y orgullo gracienc.
Para comenzar esta semana os voy a mostrar las que para mi son las cinco plazas más queridas del barrio.
Vila de Gràcia
Ésta es nuestra querida plaza del Ayuntamiento. Ahora se llama así, pero ha cambiado de nombre cuatro veces. El primero fue Plaça de l’Orient, en la época en que se dieron algunos momentos históricos muy importantes para los graciencs, como es la Revuelta de las Quintas. Yo no la viví porque fue en 1870 y todavía no había nacido, pero mis abuelos me contaron que fue un acto de insurrección por parte de los vecinos cuando se negaron a inscribir a los jóvenes en el ejército. La campana del campanario sonó durante seis días como un llamamiento a la resistencia, y también sirvió para avisar al vecindario de la llegada del ejército. Se dice que fue una vecina quien la hacía sonar mediante una cuerda que conectó con su azotea. Y aunque el campanario se conserva hoy en día, ¡en su momento fue bombardeado! Imaginad. No es de extrañar que sea un símbolo tan importante y representativo para todos noso-
tros. Por lo que tengo entendido y si mi memoria no me falla, el campanario fue construido por Antoni Rovira i Trias entre 1862 y 1864, y consta de un reloj, que los graciencs llamamos la Marieta, y una bonita fuente en la base. Es preciosa. Cuando camino por esa plaza me gusta sentarme en un banco y ver cómo los niños juegan alrededor del campanario.
El edificio del Ayuntamiento es actualmente centro administrativo del distrito, y llama mucho la atención por su fachada de color azul cielo, sus dos farolas de estilo marinero, y el escudo de la vila forjado a hierro por nuestros hombres. ¡Ah! Volviendo a los nombres, el segundo fue Plaça de la Constitució, seguido de Rius i Taulet y hasta el actual y como la conocemos hoy: Plaça de la Vila de Gràcia. Estos son los oficiales, pero en el barrio la llamamos de diferentes maneras: plaça del campanar, de l’Orient, y a veces también plaça del rellotge. Yo no sé por qué le cambian tanto el nombre, ¡a mi me vuelven loca con esta cabeza mía!
Virreina
Una de mis plazas favoritas es la de la Virreina. Se encuentra en carrer de l’Or con carrer de Torrijos. Este espacio fue construido el año 1878 en el lugar que antes ocupaba la llamada Torre de la Virreina, que era el lugar de veraneo de la esposa del virrey Manuel Amat. Esto explica el nombre que se le dio al lugar.
El año 1999, la plaza fue remodelada y se plantaron árboles que hoy son una agradable decoración y entregan una sombra deliciosa durante el verano para disfrutar de una cerveza.
Sin duda, lo más importante de la Plaça de la Virreina es la iglesia de Sant Joan de Gràcia. Se construyó el año 1884 cuando, por petición de los vecinos, se solicitó una parroquia para los feligreses de Gracia. Durante la Guerra Civil Es-
pañola, la iglesia sufrió considerables daños que fueron reparados el año 1941.
Se dice que varias veces se vio a Gaudí rezando en ese lugar, pero no puedo asegurarlo ya que yo no fui testigo de ello. Pero lo que más me gusta de la iglesia, es que no solo es un lugar religioso, sino que también es un punto de encuentro en donde se realizan diversas actividades culturales como clases de danza y música los días domingos.
Llibertat
Fruta fresca, verduras de calidad, buena carne... y algún que otro caprichito, como un batido de fresa, es lo que compro cuando voy al mercado de la Llibertat. ¡Cuánta variedad de productos tenemos! Y cotilleos, que esos son gratis. Aquí somos de hablar mucho entre todos, y más en nuestro mercado, donde nos encontramos entre compras y ruido, entre olores y sabores, para arriba y para abajo... donde hacemos vida de barrio. ¡Es tan divertido!
Y de lo que se entera una hablando con la gente, oye. ¿Sabíais que este mercado tiene más de 120 años de historia? Por lo visto, se inauguró en el año 1893 como un edificio modernista siguiendo las tendencias que se llevaban en aquella época en los edificios públicos y los mercados europeos. La obra es del arquitecto municipal de Gracia de aquel momento, el señor Miquel Pasqual Tintorer. Y la decoración está trabajada a base de hierro forjado, donde destaca nuestro escudo, por otro señor muy próximo al círculo de Antoni Guadí, don Francesc Berenguer i Mestres. ¡Fíjate, por eso es tan bonito!
Claro, con 120 años de historia, es normal que hace unos años, en el 2009, lo remodelaran. ¡Eso sí que lo vi yo! Ampliaron su superficie y mejoraron sus servicios, adaptándolos a nuestras necesidades pero sin perder la esencia de la arquitectura del edificio. Todo esto se lo cuento a los turistas que vienen a echar un ojo, ¡porque desde entonces vienen muchos! Así yo me entretengo hablando con ellos y ellos se van sabiendo algo más del lugar. Qué simpáticos son.
Sol
Cuando llega el calor del verano... ¡Qué bien se está aquí! Esta plaza sí que está llena de gente. ¡Siempre! sobre todo de jóvenes. Y a mi con lo que me gusta hablar con ellos... Claro, les sirve como punto de encuentro porque es el centro lúdico del barrio; es muy grande y está llena de vida, con muchos cafés y terrazas.
Por las noches suelen haber muchos conciertos, y la gente se va tarde a dormir. Mis amigas muchas veces se quejan, pero yo, si fuese joven, haría lo mismo. Yo ya soy mayor y me voy muy pronto a dormir, pero si mi cuerpo aguantase ¡me iría por las noches a la Plaça del Sol a bailar hasta que diga basta!
En agosto, cuando se celebran las fiestas de Gràcia, esta zona se llena de actividades y hay mucha alegría. Es la plaza que más conocen aquellos que no viven en la villa. Por lo que se comenta en el barrio, la Plaça del Sol se inauguró en 1840 y le debe el nombre a una escultura que hay ahí: el Astrolabi, un reloj solar que contiene los doce signos del zodiaco, diseñado por el señor Joaquim Camps.
Un detalle curioso que mucha gente no sabe, o se le ha olvidado, es que durante la Guerra Civil se construyó un refugio antiaéreo, uno de los muchos que se construyeron en Gracia, claro. Y resulta que era lo que hoy es el parking que habilita la plaza. Es decir, los coches que entran en ese parking están entrando a lo que antiguamente era una estructura salvadora de vidas. ¡Y muchos de ellos no lo saben!
Ésta es nuestra querida plaza del Ayuntamiento. Ahora se llama así, pero ha cambiado de nombre cuatro veces. El primero fue Plaça de l’Orient, en la época en que se dieron algunos momentos históricos muy importantes para los graciencs, como es la Revuelta de las Quintas. Yo no la viví porque fue en 1870 y todavía no había nacido, pero mis abuelos me contaron que fue un acto de insurrección por parte de los vecinos cuando se negaron a inscribir a los jóvenes en el ejército. La campana del campanario sonó durante seis días como un llamamiento a la resistencia, y también sirvió para avisar al vecindario de la llegada del ejército. Se dice que fue una vecina quien la hacía sonar mediante una cuerda que conectó con su azotea. Y aunque el campanario se conserva hoy en día, ¡en su momento fue bombardeado! Imaginad. No es de extrañar que sea un símbolo tan importante y representativo para todos noso-
tros. Por lo que tengo entendido y si mi memoria no me falla, el campanario fue construido por Antoni Rovira i Trias entre 1862 y 1864, y consta de un reloj, que los graciencs llamamos la Marieta, y una bonita fuente en la base. Es preciosa. Cuando camino por esa plaza me gusta sentarme en un banco y ver cómo los niños juegan alrededor del campanario.
El edificio del Ayuntamiento es actualmente centro administrativo del distrito, y llama mucho la atención por su fachada de color azul cielo, sus dos farolas de estilo marinero, y el escudo de la vila forjado a hierro por nuestros hombres. ¡Ah! Volviendo a los nombres, el segundo fue Plaça de la Constitució, seguido de Rius i Taulet y hasta el actual y como la conocemos hoy: Plaça de la Vila de Gràcia. Estos son los oficiales, pero en el barrio la llamamos de diferentes maneras: plaça del campanar, de l’Orient, y a veces también plaça del rellotge. Yo no sé por qué le cambian tanto el nombre, ¡a mi me vuelven loca con esta cabeza mía!
Virreina
Una de mis plazas favoritas es la de la Virreina. Se encuentra en carrer de l’Or con carrer de Torrijos. Este espacio fue construido el año 1878 en el lugar que antes ocupaba la llamada Torre de la Virreina, que era el lugar de veraneo de la esposa del virrey Manuel Amat. Esto explica el nombre que se le dio al lugar.
El año 1999, la plaza fue remodelada y se plantaron árboles que hoy son una agradable decoración y entregan una sombra deliciosa durante el verano para disfrutar de una cerveza.
Sin duda, lo más importante de la Plaça de la Virreina es la iglesia de Sant Joan de Gràcia. Se construyó el año 1884 cuando, por petición de los vecinos, se solicitó una parroquia para los feligreses de Gracia. Durante la Guerra Civil Es-
pañola, la iglesia sufrió considerables daños que fueron reparados el año 1941.
Se dice que varias veces se vio a Gaudí rezando en ese lugar, pero no puedo asegurarlo ya que yo no fui testigo de ello. Pero lo que más me gusta de la iglesia, es que no solo es un lugar religioso, sino que también es un punto de encuentro en donde se realizan diversas actividades culturales como clases de danza y música los días domingos.
Llibertat
Fruta fresca, verduras de calidad, buena carne... y algún que otro caprichito, como un batido de fresa, es lo que compro cuando voy al mercado de la Llibertat. ¡Cuánta variedad de productos tenemos! Y cotilleos, que esos son gratis. Aquí somos de hablar mucho entre todos, y más en nuestro mercado, donde nos encontramos entre compras y ruido, entre olores y sabores, para arriba y para abajo... donde hacemos vida de barrio. ¡Es tan divertido!
Y de lo que se entera una hablando con la gente, oye. ¿Sabíais que este mercado tiene más de 120 años de historia? Por lo visto, se inauguró en el año 1893 como un edificio modernista siguiendo las tendencias que se llevaban en aquella época en los edificios públicos y los mercados europeos. La obra es del arquitecto municipal de Gracia de aquel momento, el señor Miquel Pasqual Tintorer. Y la decoración está trabajada a base de hierro forjado, donde destaca nuestro escudo, por otro señor muy próximo al círculo de Antoni Guadí, don Francesc Berenguer i Mestres. ¡Fíjate, por eso es tan bonito!
Claro, con 120 años de historia, es normal que hace unos años, en el 2009, lo remodelaran. ¡Eso sí que lo vi yo! Ampliaron su superficie y mejoraron sus servicios, adaptándolos a nuestras necesidades pero sin perder la esencia de la arquitectura del edificio. Todo esto se lo cuento a los turistas que vienen a echar un ojo, ¡porque desde entonces vienen muchos! Así yo me entretengo hablando con ellos y ellos se van sabiendo algo más del lugar. Qué simpáticos son.
Sol
Cuando llega el calor del verano... ¡Qué bien se está aquí! Esta plaza sí que está llena de gente. ¡Siempre! sobre todo de jóvenes. Y a mi con lo que me gusta hablar con ellos... Claro, les sirve como punto de encuentro porque es el centro lúdico del barrio; es muy grande y está llena de vida, con muchos cafés y terrazas.
Por las noches suelen haber muchos conciertos, y la gente se va tarde a dormir. Mis amigas muchas veces se quejan, pero yo, si fuese joven, haría lo mismo. Yo ya soy mayor y me voy muy pronto a dormir, pero si mi cuerpo aguantase ¡me iría por las noches a la Plaça del Sol a bailar hasta que diga basta!
En agosto, cuando se celebran las fiestas de Gràcia, esta zona se llena de actividades y hay mucha alegría. Es la plaza que más conocen aquellos que no viven en la villa. Por lo que se comenta en el barrio, la Plaça del Sol se inauguró en 1840 y le debe el nombre a una escultura que hay ahí: el Astrolabi, un reloj solar que contiene los doce signos del zodiaco, diseñado por el señor Joaquim Camps.
Un detalle curioso que mucha gente no sabe, o se le ha olvidado, es que durante la Guerra Civil se construyó un refugio antiaéreo, uno de los muchos que se construyeron en Gracia, claro. Y resulta que era lo que hoy es el parking que habilita la plaza. Es decir, los coches que entran en ese parking están entrando a lo que antiguamente era una estructura salvadora de vidas. ¡Y muchos de ellos no lo saben!
Diamant
Tengo muy buenos recuerdos de esta plaza. Cuando era niña solía ir con mi familia a pasear y a comer en las terrazas de los bares. Siempre estaba llena de vida, de niños jugando, de vecinos paseando... ¡ah, qué recuerdos! Lo más importante es que no ha perdido esa esencia, y eso me llena de emoción.
Recuerdo que un día, mientras comíamos en una de las terrazas, me di cuenta de un detalle. Las calles, igual que la plaza, tenían nombre de piedras preciosas; calle de la Perla, del Oro, Diamante, Topacio... Le pregunté a mi padre el por qué, y me contó que antiguamente, en el s.XIX, se la conocía como el barrio de los joyeros. Su concejal de entonces, Josep Rosell i Imbert, se dedicaba al comercio de pedrería y se le ocurrió bautizar las calles de esta manera. A mi me parece una gran idea, así podemos recordar algunas curiosidades de esta plaza.
Y siguiendo con la historia, me viene a la cabeza un suceso que revolucionó al vecindario y sobre todo la simbología de la plaza. Fue hacia el 1992 si no recuerdo mal. Mientras estaban haciendo obras en la plaza, descubrieron un refugio antiaéreo de la época de la Guerra Civil. ¡Imaginaos! Yo, desgraciadamente, viví esta guerra, y vi como los vecinos se organizaban por las zonas para construir algunos de estos refugios, pues la Gracia industrial de la época estaba repleta de fábricas que eran objetivo principal de la aviación atacante. Más tarde me enteré que se llegaron a construir alrededor de 90 en toda la villa, pero la mayoría fueron derruidos. ¡Son muchos! Y el hecho de que todavía quedase en pie uno de ellos en la Plaça del Diamant fue todo un acontecimiento para los graciencs.
Hoy día, cuando paso por su lado, no recuerdo los momentos malos de la guerra, más bien veo un producto resultado del trabajo en equipo y de la unidad del vecindario que, gracias a su esfuerzo, salvaron tantas vidas.
¡Aunque no penséis que esta plaza sólo tiene historia! No, no. Entre otras cosas, también tiene una carga literaria muy importante. ¿Por qué? Si visitáis la plaza encontraréis una escultura. Resulta que representa el personaje protagonista de una novela que lleva el título de La Plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda.
En homenaje a esta novela se erigió la estatua, llamada La Colometa, en el año 1894, por el escultor Xavier Medina-Campeny. Y se ha convertido en un emblema de la plaza. ¡Yo ya me he hecho tres fotos con ella!
Tengo muy buenos recuerdos de esta plaza. Cuando era niña solía ir con mi familia a pasear y a comer en las terrazas de los bares. Siempre estaba llena de vida, de niños jugando, de vecinos paseando... ¡ah, qué recuerdos! Lo más importante es que no ha perdido esa esencia, y eso me llena de emoción.
Recuerdo que un día, mientras comíamos en una de las terrazas, me di cuenta de un detalle. Las calles, igual que la plaza, tenían nombre de piedras preciosas; calle de la Perla, del Oro, Diamante, Topacio... Le pregunté a mi padre el por qué, y me contó que antiguamente, en el s.XIX, se la conocía como el barrio de los joyeros. Su concejal de entonces, Josep Rosell i Imbert, se dedicaba al comercio de pedrería y se le ocurrió bautizar las calles de esta manera. A mi me parece una gran idea, así podemos recordar algunas curiosidades de esta plaza.
Y siguiendo con la historia, me viene a la cabeza un suceso que revolucionó al vecindario y sobre todo la simbología de la plaza. Fue hacia el 1992 si no recuerdo mal. Mientras estaban haciendo obras en la plaza, descubrieron un refugio antiaéreo de la época de la Guerra Civil. ¡Imaginaos! Yo, desgraciadamente, viví esta guerra, y vi como los vecinos se organizaban por las zonas para construir algunos de estos refugios, pues la Gracia industrial de la época estaba repleta de fábricas que eran objetivo principal de la aviación atacante. Más tarde me enteré que se llegaron a construir alrededor de 90 en toda la villa, pero la mayoría fueron derruidos. ¡Son muchos! Y el hecho de que todavía quedase en pie uno de ellos en la Plaça del Diamant fue todo un acontecimiento para los graciencs.
Hoy día, cuando paso por su lado, no recuerdo los momentos malos de la guerra, más bien veo un producto resultado del trabajo en equipo y de la unidad del vecindario que, gracias a su esfuerzo, salvaron tantas vidas.
¡Aunque no penséis que esta plaza sólo tiene historia! No, no. Entre otras cosas, también tiene una carga literaria muy importante. ¿Por qué? Si visitáis la plaza encontraréis una escultura. Resulta que representa el personaje protagonista de una novela que lleva el título de La Plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda.
En homenaje a esta novela se erigió la estatua, llamada La Colometa, en el año 1894, por el escultor Xavier Medina-Campeny. Y se ha convertido en un emblema de la plaza. ¡Yo ya me he hecho tres fotos con ella!