¡Hola a todos!
Soy Carme y vuelvo para enseñaros otro pedacito del barrio de Gràcia: la tiendas de toda la vida. Y digo de toda la vida, porque son las tiendas tanto más antiguas como más frecuentadas por los vecinos naturales del barrio. Desde que tengo uso de razón, es decir, hace muchos años, estas tiendas ya existían y son muy queridas por todos nosotros.
Es una suerte que no hayan desaparecido y, tanto por su antigüedad como por la calidad de sus productos y su trato cercano y familiar, he considerado oportuno que las conozcáis.
Soy Carme y vuelvo para enseñaros otro pedacito del barrio de Gràcia: la tiendas de toda la vida. Y digo de toda la vida, porque son las tiendas tanto más antiguas como más frecuentadas por los vecinos naturales del barrio. Desde que tengo uso de razón, es decir, hace muchos años, estas tiendas ya existían y son muy queridas por todos nosotros.
Es una suerte que no hayan desaparecido y, tanto por su antigüedad como por la calidad de sus productos y su trato cercano y familiar, he considerado oportuno que las conozcáis.
L'Encant de Gràcia, una tienda especial
Recuerdo bien que hace algunos años se inició una buena propuesta de beneficencia, una tienda de segunda mano muy grande y en donde puedes encontrar casi cualquier cosa. Pero lo mejor es que es llevada con un cariño supremo por unos buenos colegas "viejecitos" que trabajan como voluntarios. Gracias a esto recaudan fondos para ayudar la Fundación ACIS ( ASSOCIACIÓ CULTURAL I SOCIAL), que lleva más de cincuenta años desarrollando obras sociales en el barrio con la voluntad de satisfacer las necesidades educativas del mismo.
Para entender su funcionamiento, debo deciros que todas las cosas son donadas, incluso en el propio local, y todos los ingresos se destinan a la fundación.
Lo que más abunda son los libros y revistas de disciplinas muy variadas. Pero también puedes encontrar antigüedades, música, bisutería, accesorios de ropa, material escolar, cerámica; y hasta muebles... Todo está en buen estado, ordenado y los voluntarios saben perfectamente qué tienen y dónde lo tienen.
Como buenos graciencs la atención es cercana y amable, la oferta variada y cuidada, y los precios muy bajos.
Esta tienda se ha convertido en un icono de la solidaridad del barrio, tan tradicional que las familias alienten a sus hijos a donar las cosas que ya no usan y los vecinos del barrio sean compradores frecuentes.
Recuerdo bien que hace algunos años se inició una buena propuesta de beneficencia, una tienda de segunda mano muy grande y en donde puedes encontrar casi cualquier cosa. Pero lo mejor es que es llevada con un cariño supremo por unos buenos colegas "viejecitos" que trabajan como voluntarios. Gracias a esto recaudan fondos para ayudar la Fundación ACIS ( ASSOCIACIÓ CULTURAL I SOCIAL), que lleva más de cincuenta años desarrollando obras sociales en el barrio con la voluntad de satisfacer las necesidades educativas del mismo.
Para entender su funcionamiento, debo deciros que todas las cosas son donadas, incluso en el propio local, y todos los ingresos se destinan a la fundación.
Lo que más abunda son los libros y revistas de disciplinas muy variadas. Pero también puedes encontrar antigüedades, música, bisutería, accesorios de ropa, material escolar, cerámica; y hasta muebles... Todo está en buen estado, ordenado y los voluntarios saben perfectamente qué tienen y dónde lo tienen.
Como buenos graciencs la atención es cercana y amable, la oferta variada y cuidada, y los precios muy bajos.
Esta tienda se ha convertido en un icono de la solidaridad del barrio, tan tradicional que las familias alienten a sus hijos a donar las cosas que ya no usan y los vecinos del barrio sean compradores frecuentes.
Granería Sala
Añoro los recuerdos al ir de compras, entrabas al pequeño local para maravillarte de los corredizos estantes con granos de todos los colores y formas. Recuerdo bien a esas familias, padres y pequeños tomados de la mano, charlando con el tendero de la noticia del día y comprando a granel justo la dosis necesaria para esas secretas recetas de cocina.
El hecho es que los vecinos de la villa se han caracterizado siempre por adquirir productos frescos y esto ha permitido que incluso tras 120 años de historia, se puedan encontrar aún emblemáticas tiendas como Graneria Sala, un especial espacio de comestibles que permite adquirir frutos secos, semillas, harinas, especias, miel y hasta legumbres. Todo con una misma esencia, una misma modalidad, un característica de barrio de antaño.
Esta pequeña y original tienda comenzó a finales de siglo XIX vendiendo alimentos para animales de granja pero no por eso dejando de apostar por la innovación y permitiendo, con el paso del tiempo, permear su particular venta. De esta forma fueron ingresando nuevos productos a la par que lo solicitasen los clientes, muchos de ellos extranjeros llegando a residir a la gran villa y requiriendo especiales arroces, singulares especias y nuevas semillas.
Su apuesta es totalmente original, con enormes puertas que dan la bienvenida a un espacio decorado con antiguos utensilios de agricultura que permiten conocer de paso todos y cada uno de los alimentos divididos justamente y donde además es todo un placer observar desde adultos mayores hasta niños, optando aún por la compra de cantidades al gusto.
Añoro los recuerdos al ir de compras, entrabas al pequeño local para maravillarte de los corredizos estantes con granos de todos los colores y formas. Recuerdo bien a esas familias, padres y pequeños tomados de la mano, charlando con el tendero de la noticia del día y comprando a granel justo la dosis necesaria para esas secretas recetas de cocina.
El hecho es que los vecinos de la villa se han caracterizado siempre por adquirir productos frescos y esto ha permitido que incluso tras 120 años de historia, se puedan encontrar aún emblemáticas tiendas como Graneria Sala, un especial espacio de comestibles que permite adquirir frutos secos, semillas, harinas, especias, miel y hasta legumbres. Todo con una misma esencia, una misma modalidad, un característica de barrio de antaño.
Esta pequeña y original tienda comenzó a finales de siglo XIX vendiendo alimentos para animales de granja pero no por eso dejando de apostar por la innovación y permitiendo, con el paso del tiempo, permear su particular venta. De esta forma fueron ingresando nuevos productos a la par que lo solicitasen los clientes, muchos de ellos extranjeros llegando a residir a la gran villa y requiriendo especiales arroces, singulares especias y nuevas semillas.
Su apuesta es totalmente original, con enormes puertas que dan la bienvenida a un espacio decorado con antiguos utensilios de agricultura que permiten conocer de paso todos y cada uno de los alimentos divididos justamente y donde además es todo un placer observar desde adultos mayores hasta niños, optando aún por la compra de cantidades al gusto.