Han pasado ya tres años desde que se aprobase la ley rusa en contra de la propaganda homosexual, los mismos que lleva Xavier Colás residiendo en Moscú. El actual corresponsal del periódico El Mundo afincado en Rusia nos muestra, a través de su experiencia y opinión, el panorama social que se vive en la capital moscovita.
Realizó una de sus entrevistas más importantes en Lituania. Por entonces colaboraba con Diario 16, y su formación profesional comenzaba a dar sus primeros pasos. Se presentó como un periodista de renombre y, de esta forma, logró entrevistar al Primer Ministro de Lituania, Wojciech Jaruzelski. “Le eché morro, me llevé una chaqueta de vestir y mi madre me hizo el nudo de la corbata antes de salir porque no lo sabía hacer yo”, recuerda del día de la entrevista. Este trabajo significó un contrato con el diario local de Alcalá y un impulso a su carrera de periodista.
Xavier dió sus primeros pasos con el periódico El Mundo mientras viajaba por países en donde no había corresponsales de ese medio. Así es como comenzó a realizar entrevistas y artículos en lugares como Lituania, Polonia o Letonia, publicando tan solo tres o cuatro artículos por año. Al mismo tiempo, aprendía ruso y comenzaba a despertar su interés por este país.
¿Cómo fueron tus inicios en Rusia?
La última vez que había estado en Rusia había sido en 2008. Intenté, sin éxito, colocar varios artículos, pero no lo logré. Fue en 2012 cuando decidí regresar y me establecí en Moscú. Recuerdo los inicios de forma muy emocionante porque, de un día para otro, me ví cubriendo informaciones que yo mismo leía. Pasé de ser lector a ser creador de noticias. Me llamaban corresponsales y enseguida me tenía que poner al día sobre un montón de cosas y tratar de escribir con muchísima seguridad. Ya conocía San Petersburgo, con Moscú me permití el lujo de ir conociendo la ciudad poco a poco.
¿Notaste mucha diferencia entre San Petersburgo y Moscú?
En Moscú hay mucha gente pija, orgullosa y ostentosa, pero es una ciudad más segura. Sin embargo, lo malo que tiene San Petersburgo es que, a pesar de ser más moderna, hay más delincuencia. Se podría hacer un símil con Madrid y Barcelona, dejando de lado el tema de la seguridad.
En Moscú nunca he tenido ningún problema, excepto con el lenguaje. No he visto peleas ni robos, en cambio, sí que lo he presenciado en San Petersburgo. Veo la capital como una ciudad más orientada al dinero, me hace sentir como si no estuviera en Rusia, es como un planeta en el que cada uno va a su rollo. San Petersburgo, sin estar completamente identificada con la Rusia profunda, sí que se considera un término medio.
Xavier dió sus primeros pasos con el periódico El Mundo mientras viajaba por países en donde no había corresponsales de ese medio. Así es como comenzó a realizar entrevistas y artículos en lugares como Lituania, Polonia o Letonia, publicando tan solo tres o cuatro artículos por año. Al mismo tiempo, aprendía ruso y comenzaba a despertar su interés por este país.
¿Cómo fueron tus inicios en Rusia?
La última vez que había estado en Rusia había sido en 2008. Intenté, sin éxito, colocar varios artículos, pero no lo logré. Fue en 2012 cuando decidí regresar y me establecí en Moscú. Recuerdo los inicios de forma muy emocionante porque, de un día para otro, me ví cubriendo informaciones que yo mismo leía. Pasé de ser lector a ser creador de noticias. Me llamaban corresponsales y enseguida me tenía que poner al día sobre un montón de cosas y tratar de escribir con muchísima seguridad. Ya conocía San Petersburgo, con Moscú me permití el lujo de ir conociendo la ciudad poco a poco.
¿Notaste mucha diferencia entre San Petersburgo y Moscú?
En Moscú hay mucha gente pija, orgullosa y ostentosa, pero es una ciudad más segura. Sin embargo, lo malo que tiene San Petersburgo es que, a pesar de ser más moderna, hay más delincuencia. Se podría hacer un símil con Madrid y Barcelona, dejando de lado el tema de la seguridad.
En Moscú nunca he tenido ningún problema, excepto con el lenguaje. No he visto peleas ni robos, en cambio, sí que lo he presenciado en San Petersburgo. Veo la capital como una ciudad más orientada al dinero, me hace sentir como si no estuviera en Rusia, es como un planeta en el que cada uno va a su rollo. San Petersburgo, sin estar completamente identificada con la Rusia profunda, sí que se considera un término medio.
La ley en contra de la propaganda homosexual
En 2012 entró en vigor la ley en contra de la propaganda homosexual en Rusia. Con esta legislación se pretende prohibir campañas en favor del colectivo LGBT, especialmente para “proteger” a los menores de edad. En la práctica, debido a esta ley, se castigan todas las manifestaciones pro-derechos de los miembros LGBT e, incluso, se penaliza a aquellas parejas homosexuales que se muestran afecto en las calles.
¿Por qué crees que una ley como ésta llegó a ser aprobada y aceptada por la sociedad rusa?
Un tema muy presente es el de los niños, pues se teme que vean a los gays y puedan ser influenciados por ellos. En la infancia uno no piensa mucho en el tema homosexual, no piensas ni en chicas ¿cómo pensar en que sea posible que te guste alguien de tu mismo sexo? Es un periodo en el que los niños piensan más en jugar y pasárselo bien que en cualquier otra cosa. Los rusos se empeñan en discutir si se es poco hombre o no, ¿y si es poco hombre, qué? ¿Si tu vecino es poco hombre le vas a llevar un tarro y no lo va a poder abrir?
El confundir la educación con la debilidad es un hecho muy extendido en Europa Oriental. Parece como si algo tan cortés como sostenerle la puerta a un chico que viene detrás de ti o tan higiénico como echarse desodorante, se asocie a ser poco “hombre”. Aquí, en Moscú, sí hay tíos muy arreglados, pero vuelvo a lo mismo, es un sitio un poco raro.
Encontré que el mismo año en el que llegué aquí se dio luz verde a esta ley. Antes incluso de que se aprobara a nivel estatal, había ciudades en las que podíamos encontrar ciertas normativas al respecto. Son lugares poco conocidos y sin interés en serlo, donde no te encontrarás a nadie con una pancarta en la mano porque saben que ahí sí que les partirán la cara.
¿Por qué crees que una ley como ésta llegó a ser aprobada y aceptada por la sociedad rusa?
Un tema muy presente es el de los niños, pues se teme que vean a los gays y puedan ser influenciados por ellos. En la infancia uno no piensa mucho en el tema homosexual, no piensas ni en chicas ¿cómo pensar en que sea posible que te guste alguien de tu mismo sexo? Es un periodo en el que los niños piensan más en jugar y pasárselo bien que en cualquier otra cosa. Los rusos se empeñan en discutir si se es poco hombre o no, ¿y si es poco hombre, qué? ¿Si tu vecino es poco hombre le vas a llevar un tarro y no lo va a poder abrir?
El confundir la educación con la debilidad es un hecho muy extendido en Europa Oriental. Parece como si algo tan cortés como sostenerle la puerta a un chico que viene detrás de ti o tan higiénico como echarse desodorante, se asocie a ser poco “hombre”. Aquí, en Moscú, sí hay tíos muy arreglados, pero vuelvo a lo mismo, es un sitio un poco raro.
Encontré que el mismo año en el que llegué aquí se dio luz verde a esta ley. Antes incluso de que se aprobara a nivel estatal, había ciudades en las que podíamos encontrar ciertas normativas al respecto. Son lugares poco conocidos y sin interés en serlo, donde no te encontrarás a nadie con una pancarta en la mano porque saben que ahí sí que les partirán la cara.