La Primera Guerra Mundial fue, sin duda, uno de los principales acontecimientos históricos de toda la humanidad. Es necesario, por tanto, conocer sus implicaciones políticas, sus cambios territoriales y hasta sus movimientos sociales. Con esta premisa en mano y con la finalidad de acercarnos a un enfoque menos conocido de una ciudad que se mantuvo al margen durante estos acontecimientos, se llevó a cabo una ruta temática basada en la Barcelona de la Gran Guerra, una ciudad un tanto neutral mas nunca inerte, un puerto que evidenció diligentes cambios, una faceta en sí menos conocida.
De esta manera, y a cargo del Prof. David Revelles, los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes de la UAB, fueron partícipes en un peatonal recorrido que inició, estratégicamente, en el actual Parque de las Tres Chimeneas y cuya antigua sede fuese la central eléctrica La Canadiense (Barcelona Traction, Light and Power Company limited).
Así, los jóvenes presenciaron los altivos y grandes conductos que evidencian los restos fidedignos de la antigua fábrica y que remite a uno de los acontecimientos laborales que permearon a finales de febrero de 1919: La huelga de La Canadiense.
Un evento que fue determinante en el progreso del movimiento obrero catalán y cuyo punto de inicio a efecto dominó, fue el descontento de muchas familias trabajadoras que durante cuatro años de guerra evidenciaron las desigualdades y el enriquecimiento ilícito de unos cuantos. Es así como surge un singular y belicoso personaje: Manuel Bravo Portillo, quien fuese comisario de la Policía Política de Barcelona y estratega protagonista de esta época.
La ruta continuó en la Avenida del Paralelo, una singular calle que se convirtió en escenario de grandes avances culturales derivados de la llegada de refugiados vanguardistas y futuristas que sellaron la ciudad con nuevas ideas. En contrapartida, esta vía se transformó también en el enclave principal de atentados a bares frecuentados por anarquistas.
El recorrido muestra así una determinante faceta en la historia de la ciudad, al ser Barcelona un puerto convertido en enlace fundamental en la Primera Guerra Mundial, donde surgen los espías, el contrabandismo, la prostitución, el gran cabaret El Excélsior y hasta la ley mordaza, ubicándonos en uno de los principales escenarios de la ruta:
el Distrito V El Raval o mejor conocido como Barrio Chino, por los constantes y disimulados robos con navajas de chinar.
La amena charla se prestó también para conocer de cerca uno de los grandes prostíbulos de lujo de la época, El Madame Petite, cuya diversificada oferta sexual y puntual limpieza en las habitaciones, propiciaron la aparición de las primeras vedettes. Barcelona emprendía así un periodo marcado por los locales de juego, el tango y la inserción musical de caribeños y africanos ritmos, que a la par propiciaron los paraísos artificiales al introducirse la cocaína: una nueva droga de expuestos efectos, desequilibrio y desvarío mental.
Este intrigante itinerario culminó con una novelesca historia de espías en el hotel más antiguo de la ciudad 4 Naciones, encasillando a la traza urbana en una serie de mezcladas tácticas delictivas, el surgimiento de profanos idealistas y hasta el asomo de peculiares féminas.
La ruta permitió, así, a través de sus calles y antiguos edificios, imaginar esa Barcelona que hace 100 años se enfrentaba a la vanguardia de la época, convirtiéndose en una cosmopolita ciudad de nuevas tendencias sociales.
Así, los jóvenes presenciaron los altivos y grandes conductos que evidencian los restos fidedignos de la antigua fábrica y que remite a uno de los acontecimientos laborales que permearon a finales de febrero de 1919: La huelga de La Canadiense.
Un evento que fue determinante en el progreso del movimiento obrero catalán y cuyo punto de inicio a efecto dominó, fue el descontento de muchas familias trabajadoras que durante cuatro años de guerra evidenciaron las desigualdades y el enriquecimiento ilícito de unos cuantos. Es así como surge un singular y belicoso personaje: Manuel Bravo Portillo, quien fuese comisario de la Policía Política de Barcelona y estratega protagonista de esta época.
La ruta continuó en la Avenida del Paralelo, una singular calle que se convirtió en escenario de grandes avances culturales derivados de la llegada de refugiados vanguardistas y futuristas que sellaron la ciudad con nuevas ideas. En contrapartida, esta vía se transformó también en el enclave principal de atentados a bares frecuentados por anarquistas.
El recorrido muestra así una determinante faceta en la historia de la ciudad, al ser Barcelona un puerto convertido en enlace fundamental en la Primera Guerra Mundial, donde surgen los espías, el contrabandismo, la prostitución, el gran cabaret El Excélsior y hasta la ley mordaza, ubicándonos en uno de los principales escenarios de la ruta:
el Distrito V El Raval o mejor conocido como Barrio Chino, por los constantes y disimulados robos con navajas de chinar.
La amena charla se prestó también para conocer de cerca uno de los grandes prostíbulos de lujo de la época, El Madame Petite, cuya diversificada oferta sexual y puntual limpieza en las habitaciones, propiciaron la aparición de las primeras vedettes. Barcelona emprendía así un periodo marcado por los locales de juego, el tango y la inserción musical de caribeños y africanos ritmos, que a la par propiciaron los paraísos artificiales al introducirse la cocaína: una nueva droga de expuestos efectos, desequilibrio y desvarío mental.
Este intrigante itinerario culminó con una novelesca historia de espías en el hotel más antiguo de la ciudad 4 Naciones, encasillando a la traza urbana en una serie de mezcladas tácticas delictivas, el surgimiento de profanos idealistas y hasta el asomo de peculiares féminas.
La ruta permitió, así, a través de sus calles y antiguos edificios, imaginar esa Barcelona que hace 100 años se enfrentaba a la vanguardia de la época, convirtiéndose en una cosmopolita ciudad de nuevas tendencias sociales.