Dicen que “en un día claro, se puede ver el continente africano desde Gibraltar”, pero África no es solo ese lugar que se divisa lejano desde el Estrecho. África es un continente, son cincuenta y cuatro países, acoge alrededor de 2000 lenguas. Y, aunque muchas veces lo pasemos por alto, es la cuna de la humanidad, de nuestros orígenes.
No muchos kilómetros nos separan del tercer continente más grande del mundo, y sin embargo, ¿sabemos realmente lo que encierra todo este territorio? Desde luego que no.
Nuestro imaginario se alimenta de lo que nos cuentan los medios de comunicación. Podemos verlo en expresiones como “invasión” cuando vemos cómo cientos de africanos huyen en las peores condiciones hacia la tierra que les hará libres. Son los medios los que nos “invaden” con metáforas bélicas referidas al miedo o diferentes eufemismos al hablar de dicho continente y está en nuestra mano luchar por no enredarnos en discursos plagados de estereotipos, así como en las visiones interesadas.
Es necesario, a su vez, establecer una relación directa entre estereotipo (creencia), prejuicio (valoración) y discriminación (actitud) para desligarnos de siglos de no entender África, ni quererlo hacer.
Bajo la premisa de “África llega a doler”, Lidia Peralta, profesora del Máster en Periodismo de Viajes (UAB), periodista y ganadora en el año 2013 del Premio Andalucía de Periodismo en Modalidad Televisión, nos introduce en una África de la que tenemos alguna noción, de la que oímos campanas y no sabemos dónde. Poco o nada conocemos de la historia de esta tierra, no se enseña en los colegios y después no nos interesa en la vida. Temimos África cuando nos hablaron del ébola en España, y nos olvidamos de ella cuando el virus abandonó la carne blanca. Es en este lugar donde se gestó el ser humano y donde éste mismo inventó la escritura, pero solo le dedicamos rechazo y desentendimiento.
Aunque esto no es nuevo, somos los herederos de multitud de campañas de desprestigio hacia el pueblo africano. La expansión europea por el continente en el siglo XIX nos ha dado este “regalo”, una tierra poseedora de recursos naturales era el lugar perfecto donde, por intereses coloniales, expandir sus dominios y esclavizar la tierra y al hombre africano. África al servicio del hombre blanco, África como despensa y vertedero del estilo de vida occidental.
La paulatina Descolonización de África tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se considera terminada en términos políticos y diplomáticos, sin embargo aún quedan expresiones territoriales de las ambiciones europeas en el continente vecino como las Islas Canarias o la Isla Reunión. O más claramente Ceuta y Melilla donde una satírica membrana es permeable al oro, los productos agrícolas o el petróleo pero no a la carne humana.
Es necesario, a su vez, establecer una relación directa entre estereotipo (creencia), prejuicio (valoración) y discriminación (actitud) para desligarnos de siglos de no entender África, ni quererlo hacer.
Bajo la premisa de “África llega a doler”, Lidia Peralta, profesora del Máster en Periodismo de Viajes (UAB), periodista y ganadora en el año 2013 del Premio Andalucía de Periodismo en Modalidad Televisión, nos introduce en una África de la que tenemos alguna noción, de la que oímos campanas y no sabemos dónde. Poco o nada conocemos de la historia de esta tierra, no se enseña en los colegios y después no nos interesa en la vida. Temimos África cuando nos hablaron del ébola en España, y nos olvidamos de ella cuando el virus abandonó la carne blanca. Es en este lugar donde se gestó el ser humano y donde éste mismo inventó la escritura, pero solo le dedicamos rechazo y desentendimiento.
Aunque esto no es nuevo, somos los herederos de multitud de campañas de desprestigio hacia el pueblo africano. La expansión europea por el continente en el siglo XIX nos ha dado este “regalo”, una tierra poseedora de recursos naturales era el lugar perfecto donde, por intereses coloniales, expandir sus dominios y esclavizar la tierra y al hombre africano. África al servicio del hombre blanco, África como despensa y vertedero del estilo de vida occidental.
La paulatina Descolonización de África tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se considera terminada en términos políticos y diplomáticos, sin embargo aún quedan expresiones territoriales de las ambiciones europeas en el continente vecino como las Islas Canarias o la Isla Reunión. O más claramente Ceuta y Melilla donde una satírica membrana es permeable al oro, los productos agrícolas o el petróleo pero no a la carne humana.