Mi querido barrio alberga también ¡la comunidad de etnia gitana más grande de Barcelona! Y aunque no se sabe exactamente cuánto tiempo llevan viviendo aquí, decían mis abuelos que comenzaron a instalarse en el barrio hace aproximadamente 150 años, coincidiendo con la llegada de la industrialización a esta zona. Así que, ya os imaginaréis esa enorme cantidad de historias orales que pasan de generación en generación.
Para ser más puntuales, el barrio se encuentra ubicado entre las calles de Siracusa y de La Llibertat, y las de Fraternitat y Milà i Fontanals. De hecho, las casas del carrer de La Fraternitat fueron las primeras que se construyen en Gracia durante la primera mitad del s. XIX. Eran las casas de los obreros que trabajaban en las fábricas que se instalaron en la villa. Un dato curioso que guardamos los graciens se encuentra en el número 8 de esa misma calle, donde se haya una placa en honor a Antonio González, alias El Pescaílla, considerado uno de los padres de la rumba catalana. ¡Venga esas palmas!
El punto de reunión que utilizaron los gitanos a mediados del siglo XX fue la Plaça del Raspall. Tranquila, pequeña y donde figura el bar Resolís, el mismo que le da mucha vida al lugar desde entonces y hasta ahora. Me encantaba asistir a los encuentros gastronómicos del Ateneo Independentista de la Villa, no solo por las buenas tertulias sino porque es tan especial que era frecuentado por clientes ilustres como El Pescaílla o El Gato Pérez.
La importancia de esta plaza radica también en que se encuentra unida a la Plaça del Poble Romaní, donde se puede encontrar una placa en memoria del Gato Pérez, un músico que, pese a ser argentino, destacó en la rumba catalana, y también una antigua chimenea industrial del siglo XIX que, de hecho, es la única que permanece como testigo de aquella etapa.
La comunidad gitana es tan importante, que incluso se ha conformado la Asociación de Jóvenes Gitanos de Gracia, quienes trabajan por la hermandad de la comunidad, la convivencia con los vecinos que no son gitanos, y hasta ofrecen herramientas de ayuda a la comunidad como cursos académicos. Esto es vivir en armonía en un barrio tan hospitalario como Gracia.
El punto de reunión que utilizaron los gitanos a mediados del siglo XX fue la Plaça del Raspall. Tranquila, pequeña y donde figura el bar Resolís, el mismo que le da mucha vida al lugar desde entonces y hasta ahora. Me encantaba asistir a los encuentros gastronómicos del Ateneo Independentista de la Villa, no solo por las buenas tertulias sino porque es tan especial que era frecuentado por clientes ilustres como El Pescaílla o El Gato Pérez.
La importancia de esta plaza radica también en que se encuentra unida a la Plaça del Poble Romaní, donde se puede encontrar una placa en memoria del Gato Pérez, un músico que, pese a ser argentino, destacó en la rumba catalana, y también una antigua chimenea industrial del siglo XIX que, de hecho, es la única que permanece como testigo de aquella etapa.
La comunidad gitana es tan importante, que incluso se ha conformado la Asociación de Jóvenes Gitanos de Gracia, quienes trabajan por la hermandad de la comunidad, la convivencia con los vecinos que no son gitanos, y hasta ofrecen herramientas de ayuda a la comunidad como cursos académicos. Esto es vivir en armonía en un barrio tan hospitalario como Gracia.
La cuna de la rumba catalana
El barrio de Gracia es conocido como La pequeña Triana, porque está muy unido a la historia de la rumba catalana, un estilo musical que nació a mediados del siglo XX y que resultó de la fusión entre tradición flamenca gitana y ritmo musicales procedentes de América, y, aunque hay muchas historias sobre su nacimiento, se cree que fue El Pescaílla uno de los padres de este estilo musical.
Los detalles al escuchar la rumba catalana son muy notorios en mi barrio, ya que los gitanos graciencs usan el catalán como lengua vehicular (a diferencia de otras comunidades que solo utilizan el español) y esto ha influido también en sus canciones, por lo que escucharla se convierte en una verdadera delicia auditiva. La misma se fue formando en las fiestas gitanas y que poco a poco permitió surgir toda una cantera de artistas a nivel nacional y local como El Gato Pérez, Peret o El Mayito.
Al día de hoy, el barrio sigue siendo la cuna de un gran número de bandas de rumba catalana, como Sabor de Gràcia o Estrellas de Gràcia. Pasear por las calles del barrio gitano te puede dar un sorpresa y en cualquier momento encontrarte una buena fiesta flamenca. ¡Disfrútala!
El barrio de Gracia es conocido como La pequeña Triana, porque está muy unido a la historia de la rumba catalana, un estilo musical que nació a mediados del siglo XX y que resultó de la fusión entre tradición flamenca gitana y ritmo musicales procedentes de América, y, aunque hay muchas historias sobre su nacimiento, se cree que fue El Pescaílla uno de los padres de este estilo musical.
Los detalles al escuchar la rumba catalana son muy notorios en mi barrio, ya que los gitanos graciencs usan el catalán como lengua vehicular (a diferencia de otras comunidades que solo utilizan el español) y esto ha influido también en sus canciones, por lo que escucharla se convierte en una verdadera delicia auditiva. La misma se fue formando en las fiestas gitanas y que poco a poco permitió surgir toda una cantera de artistas a nivel nacional y local como El Gato Pérez, Peret o El Mayito.
Al día de hoy, el barrio sigue siendo la cuna de un gran número de bandas de rumba catalana, como Sabor de Gràcia o Estrellas de Gràcia. Pasear por las calles del barrio gitano te puede dar un sorpresa y en cualquier momento encontrarte una buena fiesta flamenca. ¡Disfrútala!