Seguimos nuestra aventura por tierras rusas. Dejamos atrás un fin de semana enriquecedor en el cual hemos combinado, por un lado, la visita a diferentes rincones turísticos y, por otro, las entrevistas a diferentes perfiles que nos han ayudado a comprender diversas perspectivas del tema que nos ha traído hasta aquí.
De este modo, hemos disfrutado de los contrastes que esta ciudad presenta a través de sus gentes y sus calles llenas de cultura, elegancia y un pasado histórico muy presente en ellas.
La mañana del sábado, y parte de la tarde, giró entorno a un lugar más que recomendable, el Parque de Kolomenskoye. Esta antigua residencia de duques y zares rusos cuenta con frondosos espacios verdes, diferentes iglesias ortodoxas, torres y palacios que hacen de este sitio un lugar para relajarse y disfrutar de la tranquilidad que emanan cada uno de sus singulares espacios.
En primer lugar, visitamos la Iglesia de la Virgen de Kazán, la cual nos sorprendió por sus características cúpulas azules con estrellas doradas, las cuales contrastan con la blanca fachada desgastada.
En primer lugar, visitamos la Iglesia de la Virgen de Kazán, la cual nos sorprendió por sus características cúpulas azules con estrellas doradas, las cuales contrastan con la blanca fachada desgastada.
Tras pasar un estrecha muralla nos encontramos con un enorme ladera donde se levanta la Iglesia de la Ascensión, simulando aproximarse al cielo.
Al final del recorrido se encuentra una de las joyas mejor guardadas del parque, el Palacio del Zar Aleksey Mijáilovich, una construcción de madera que encierra el modo de vivir de este personaje.
El día culminó con una distendida charla con Pierre Mittelstaedt, un francés residente en Moscú desde hace nueve meses quien compartió con nosotros una elaborada reflexión acerca de cómo se ve desde fuera la problemática de la homofobia en esta ciudad. Con él nos reunimos en Didu, un local en el cual la plastilina se convierte en protagonista absoluta.
Al final del recorrido se encuentra una de las joyas mejor guardadas del parque, el Palacio del Zar Aleksey Mijáilovich, una construcción de madera que encierra el modo de vivir de este personaje.
El día culminó con una distendida charla con Pierre Mittelstaedt, un francés residente en Moscú desde hace nueve meses quien compartió con nosotros una elaborada reflexión acerca de cómo se ve desde fuera la problemática de la homofobia en esta ciudad. Con él nos reunimos en Didu, un local en el cual la plastilina se convierte en protagonista absoluta.
El domingo por la mañana nos reunimos en el Parque Alexander con un matrimonio de dos mujeres, que acompañadas de su hijo, nos mostraron a través de un emotivo discurso, explicándonos como es la realidad con la que tienen que lidiar en su día a día. El miedo se podía palpar en cada una de sus palabras. Desde el inicio de la conversación nos solicitaron mantener su identidad en el anonimato por temor a alguna represalia. Nuestra charla tuvo como tema principal la dificultad que tienen las parejas homosexuales de formalizar su relación y constituir una unidad familiar teniendo en cuenta su condición sexual.
La tarde comenzó con un recorrido por la orilla del río Moldova, donde se puede contemplar en la mitad del mismo una enorme escultura de un barco donde en su cima se alza Pedro El Grande. La tarde culminó con un paseo por Arbat, la calle más turística de la capital.
La tarde comenzó con un recorrido por la orilla del río Moldova, donde se puede contemplar en la mitad del mismo una enorme escultura de un barco donde en su cima se alza Pedro El Grande. La tarde culminó con un paseo por Arbat, la calle más turística de la capital.