Un buen periodista viajero deberá, entre sus muchas cualidades, dominar el arte de transmitir sensaciones, relatar historias y hasta reflejar emociones, pudiéndolo hacer a través de varias herramientas: fotografías, documentales, guías de viajes y podcasts pero hay una en especial que a pesar del paso del tiempo y los avances tecnológicos se niega a quedarse relegada: la escritura.
Y he aquí la importancia de tan valioso vehículo transmisor del saber, porque fue precisamente en la clase de formación del Máster en Periodismo de Viajes, “Crónicas y relatos de viajes desde la antigüedad hasta nuestros días” impartida por el Egiptólogo David Rull, donde entendí a cabalidad la magnitud y trascendencia de éste método para permitir a la humanidad entera registrar su memoria colectiva.
Y fue precisamente un caso en particular el que llamó mi atención: la autobiografía de Herkhuf, la primera constancia de crónica de viajes hecha por un príncipe egipcio, quien mandó a decorar su tumba con inscripciones que detallaban sus vivencias en rutas comerciales al interior de áfrica, convirtiéndose así no solo en el primer cronista de viajes de toda la historia de la humanidad sino estableciendo al mismo tiempo la experiencia viajera desde contextos muy amplios.
Vale bien entonces adentrarse en las narraciones para descubrir las tres expediciones hasta Yam, eran trayectos mercantiles instados por el propio monarca pero que a la par, guardaban tras de sí toda una serie de elementos y relieves que nutrían la notable empresa y por supuesto a sus viajeros.
Ejemplo de esto es el elemento geográfico, evidenciando esas ansias por descubrir más allá de los propios límites territoriales. También influye la parte religiosa, la misma que convierte a sus objetos (como las pieles de pantera o los pigmeos) en bienes de prestigio para los poseedores, tan delicados y codiciados como el sentido de dificultad por obtenerlos; el propio Herkhuf relató haber llevado de regreso “bellos y raros presentes de aquellos extraños y lejanos lugares”. La notable expresión habla por sí sola.
Pero quizás el elemento trascendental en estas expediciones fue el cultural, basta imaginar el contacto con pueblos ajenos, la curiosidad por descubrir nuevas cosas y enfrentarse a diferentes costumbres pero sobre todo la enriquecedora experiencia de acercamiento hacia nuevos horizontes.
Este breve relato nos enseña que a pesar del uso elitista inicial que tuvo la escritura en la humanidad, una inscripción funeraria formal por simple y sencilla que parezca respalda por una parte esa conciencia individual por relatar las vivencias, sosteniendo uno de los primeros indicios de la literatura egipcia de viajes y por otra parte, la revolucionaria herramienta que desde entonces ha influido en viajeros de todos los tiempos.
Y fue precisamente un caso en particular el que llamó mi atención: la autobiografía de Herkhuf, la primera constancia de crónica de viajes hecha por un príncipe egipcio, quien mandó a decorar su tumba con inscripciones que detallaban sus vivencias en rutas comerciales al interior de áfrica, convirtiéndose así no solo en el primer cronista de viajes de toda la historia de la humanidad sino estableciendo al mismo tiempo la experiencia viajera desde contextos muy amplios.
Vale bien entonces adentrarse en las narraciones para descubrir las tres expediciones hasta Yam, eran trayectos mercantiles instados por el propio monarca pero que a la par, guardaban tras de sí toda una serie de elementos y relieves que nutrían la notable empresa y por supuesto a sus viajeros.
Ejemplo de esto es el elemento geográfico, evidenciando esas ansias por descubrir más allá de los propios límites territoriales. También influye la parte religiosa, la misma que convierte a sus objetos (como las pieles de pantera o los pigmeos) en bienes de prestigio para los poseedores, tan delicados y codiciados como el sentido de dificultad por obtenerlos; el propio Herkhuf relató haber llevado de regreso “bellos y raros presentes de aquellos extraños y lejanos lugares”. La notable expresión habla por sí sola.
Pero quizás el elemento trascendental en estas expediciones fue el cultural, basta imaginar el contacto con pueblos ajenos, la curiosidad por descubrir nuevas cosas y enfrentarse a diferentes costumbres pero sobre todo la enriquecedora experiencia de acercamiento hacia nuevos horizontes.
Este breve relato nos enseña que a pesar del uso elitista inicial que tuvo la escritura en la humanidad, una inscripción funeraria formal por simple y sencilla que parezca respalda por una parte esa conciencia individual por relatar las vivencias, sosteniendo uno de los primeros indicios de la literatura egipcia de viajes y por otra parte, la revolucionaria herramienta que desde entonces ha influido en viajeros de todos los tiempos.